Todo lo que hago yo es que la fotocopia -la que traigo a clase -, vaya a mi cuerpo, si transformo el material que tengo
en la mano, si lo asimilo, si lo macero dentro de mí, si lo respiro. Esa
fotocopia por sí sola no va a hacer ningún milagro, y actuar es hacer milagros.
Si lo que tengo en la mano es parte de un libro que he traído –sí, le llaman
teatro, que le llamen como quieran–, si está en el libro no es todavía teatro,
es pre-texto para el teatro, porque el teatro es un acto escénico. Por eso por
un lado se puede estudiar literatura dramática en una universidad, saber mucho
de literatura dramática, de textos en el libro. Pero el arte de la
representación es un arte distinto. Son especialidades distintas en todas las
universidades cultas del mundo. Y en las escuelas de Arte Dramático, antes uno
traía la fotocopia, la leía, y de vez en cuando hacía algo con su voz, con su cuerpo.Y no es
es.
Finalmente, con el tiempo, llegaremos a entender lo que tenemos que hacer. Ya se entendió
en el siglo XVII, pero se había olvidado. La gente se puso a leer, a hacer
comedias, a leer en el escenario, a decir lo que pone en el libro, a decirlo
por decirlo, no a transformarlo, no a transformarse por dentro como actores.... Si
no nos transformamos por dentro como actores a partir de la palabra, a partir
del verso, no hacemos nada. Y de verdad una palabra puede hacer que me
transforme.
Una palabra, he de respirarla, he de meterla en mi cuerpo, he de
invadir mi cuerpo de sueños, de ensoñaciones. Soy un soñador y el sueño del autor
solo puede macerarse dentro de mi cuerpo y a partir de ahí, de la palabra, del
verso –que es donde se origina– surge el acto escénico, el acto de la
interpretación, la representación. En la representación somos necesarios. En el
libro, no. En el libro, el autor es el necesario.
¿Y en el escenario? Ahí, el
autor no cuenta. En el escenario, yo soy protagonista. El autor es
protagonista en su libro. Sin mí, no hay autor. Yo soy el autor. Yo hago los
milagros, si los hago. De mil maneras voy explicando mi teoría, mi manera de
entender esto. Yo hago los milagros, si los hago. Si no los hago, no soy actor.
Si no impacto a quien me mira, no hay actuación, ni ceremonia. Si no golpeo al espectador en la cabeza,
si no paso de mí a él, no hay milagro, no hay nada.