El actor y el texto:” EL BAILE DE LA VICTORIA”
Me gustaría hacer una breve reflexión sobre el trabajo del actor con el “texto” en su acepción clásica o genérica (el cuerpo como texto, el gesto como texto etc) a partir de la que pude ver y comprender disfrutando de esa película de Trueba.
Dejad que os diga primero que creo que deberíais verla (desde luego los que sois actores, deberíais verla) para estudiar a fondo el trabajo de Ricardo Darín; en realidad para ver el trabajo de los actores de esa película, entre los que es justo destacar a Miranda Bodenhofer y Abel Ayala, muy jóvenes ,muy brillantes.
Me llamó la atención que todos ellos estuvieran tan en el texto y en el contexto, tan en el texto y en “lo que no vemos en el texto”, pero que está ahí, que está detrás de cada personaje, escondido, a veces como un enigma que pesa más que lo que realmente se dice frente a la cámara, y que sólo los actores con buena formación saben descifrar, pueden desvelar, se atreven a descubrir.
Como espectadores solemos percibir el resultado de la actuación, solemos ver la punta de su iceberg, pero hay mucho debajo del agua que ellos esconden. Ellos saben “bucear”, ver dónde están las claves. Ellos saben, por ejemplo, “mirar” el texto, poner una lupa para descubrir matices que nosotros no vemos, que están en alguna parte del guión que no es la evidente y que no es exactamente la “letra”.
Trabajar el texto escrito es algo que todos hacen, pero ver más allá, ser capaces de dar cuerpo a la actuación, darle “volumen”, convertirla en algo físico, es cosa de actores con dominio de su oficio.
Y eso es lo que realmente produce emoción, ese es el camino para llegar a las emociones y compartirlas con el público, es la forma de invitar al espectador al gran banquete del arte.
Siempre me ha llamado la atención Ricardo Darín –no os lo perdáis- pero nunca había pensado “este actor es uno de los mejores que he visto, uno de los más grandes que conozco”, acaso por la costumbre de hacer esas reflexiones cuando se trata de actores extranjeros, actores de renombre internacional…
Darín da una gran lección de actor –no desentonan los otros dos protagonistas y en general el reparto entero- , una lección que deberíamos anotar, por eso me agrada la idea de estar dejando constancia de este hecho; precisamente porque no estoy hablando de McKellen o de la Streep –todos sabemos que son muy buenos- ,precisamente porque es justo hacerle justicia.
Lo primero que debes preguntarte cuando “mires” el texto es “qué falta aquí, qué es lo que no hay escrito y necesito saber”, para elaborar un ámbito de actuación, para captar el mundo de imágenes y datos que el texto contiene y no están escritos.
Darin se abraza al texto: l texto son una misma cosa. Y no sólo eso, sino que lo convierte en una exhibición donde lo que vemos no es una simplicidad, sino algo “complejo y variable”, algo digno de analizar, y que va evolucionando, moviéndose, plano a plano, secuencia a secuencia.
El texto –en su “gesto”- es una verdadera síntesis, una suma de todo lo que concierne al personaje y de aquello que parece que no le atañe, pero que él sabe desvelar, más allá de las líneas de tinta negra que el guión lleve. Lo suyo, como actor, nos concierne, ocupa un lugar dentro de él y dentro de nosotros mismos.
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